A principios de 1978, y con solo 18 años, Dieguito el Malo se convierte en uno de los cabecillas de la mayor fuga de presos que se recuerda. “La fuga de los 45”. El plan es cavar un túnel por el sótano de la prisión, partiendo del agujero del montacargas que hay en la enfermería. Diego y 44 hombres más tendrán que lidiar con la escasez de oxígeno, la falta de luz y algún que otro incidente más que les complicará la salida.