Opción A: Comer -macarrones o lo que quieras- mientras ves la tele y miras el móvil. Es decir: sin enterarte de lo que comes (ni cuanto).
Opción B (la buena) saborear con toda tu atención ese macarrón. Es decir: aprovechar la vida para vivirla de verdad, y no para hacer o pensar otras cosas.
Así acaba este bonito «taller» con los pilares, las patas de tu silla mindful que no debería cojear si la practicas. Porque… ahí está la GRAN clave: ¡practica! Puedes comprometerte mejor si nos sigues en redes sociales (busca Club Buenos Días). ¡Y mil gracias a Miqui Amador, director de la Escuela de Vida Mindful y un tesoro de persona!